Del otro lado del balón

Mientras el tema de conversación del mundo entero es el triunfo de España sobre Italia para romper con una jefatura de 88 años de dominio , y en México se da un cambio de estafeta en la selección nacional, en un rincón del mundo se celebra un partido del que probablemente sólo 2 familias mexicanas (Rodríguez y de los Cobos) están pendientes. El partido de ida entre salvadoreños y panameños había sido ganado por la mínimo por los canaleros ante su afición, pero el encuentro de vuelta sería mucho más complicado.

Poca gente imaginaría que un partido entre estas 2 selecciones generaría tanto interés, o que Panamá (un país en teoría beisbolero) se inmovilizaría de 7 a 9 para ver jugar a la “Marea Roja”. Restaurantes, bares y casinos de Cd. de Panamá se abarrotaron de playeras coloradas para apoyar a “nuestro (su) orgullo” con la ilusión de acercarse a un histórico pase al mundial. Uno de los lugares más concurridos fue el Casino Fiesta, donde el ambiente que se vivió estuvo en todo momento “ad hoc” a su nombre.

Antes de que el juego comenzara se anunció la terna arbitral, comandada por “Chiquidrácula” (cómo fue llamado durante todo el juego por los narradores panameños). Un aficionado de la roja comentaba al inicio del juego “ese árbitro está robado, siempre apoya a los locales”, sin saber que el DT del equipo rival, Carlos de los Cobos, es compatriota del silbante. ¿Mi respuesta? “no creo, esperemos que pite bien”, con voz nerviosa ante el ataque a un paisano.

El juego era muy movido, con pleno dominio visitante, en la cancha estaba el atacante de los Tigres de la UANL, Blas “El Ratón” Pérez, no así su compatriota rayado Felipe Baloy, quién no se ha podido recuperar de la lesión que le impidió terminar el último partido de semifinales del torneo mexicano. El dominio rojo no tardó en estremecer el arco rival, cuando un remate descompuesto del también llamado “Señor” Pérez pasó rozando el poste izquierdo del marco cuscatleco; era sólo un aviso, por ahora.

Minuto 15, centro perfecto desde la banda izquierda rematado magistralmente por Garcés y Panamá se iba al frente, el júbilo se hizo notar en el casino, pues El Salvador requería de 3 goles para avanzar a la siguiente ronda. El partido siguió dominado por el conjunto panameño, quién comandados en media cancha por Rolando Escobar, tocaba el balón a placer hasta la finalización del primer tiempo.

Todo estaba pintado, era la gran fiesta en el Casino del mismo nombre, pues nadie imaginaba lo que les esperaba. Comenzando el segundo tiempo, Blas Pérez tuvo una inmejorable oportunidad de liquidar al rival, pero al mero estilo del “Popeye” Oliva, voló su disparo. Y de ahí se vino la peor decisión roja de la noche, el criticadísimo DT Alexandre Guimaraes sacó a su mejor hombre (Escobar) para reforzar la defensa, con esto se perdió todo el dominio que se tenía.

Al minuto 70 de tiempo corrido con una ejecución impecable de tiro libre los azules lograron la igualada, pero se antojaba difícil un regreso, tenían 20 minutos para buscar 2 goles, pero ahí vino la “vampiresca” aparición de ese al que le encanta ser el protagonista de cada partido. Había causado extrañeza, el hecho de que hubiera estado “suavecito” durante el juego sin sacar tarjetas, pero la verdad después se entiende al ver que quienes estuvieron pateando todo el juego fueron los salvadoreños. Al minuto 80, el señor Rodríguez se inventó un penal, cuando el delantero cuscatleco no pudo rematar y expulso al defensor canalero. Inmejorable opción para los azules que no desaprovecharían al concretar el empate global, con 10 minutos para buscar el gol del gane contra 10 hombres.

Cabe mencionar que era difícil pensar en la posibilidad de sentir nervios y tensión al ver a un país diferente al mío contra una presión tan grande, pero era imposible no compartir el sentir de los cientos de aficionados que me rodeaban. Los panameños se echaron con todo atrás y los tímidos ataques rivales se agudizaron con más ganas que calidad, hasta que un tiro de larga distancia fue desviado dentro del área para la agónica voltereta a 3 minutos del final. Sólo un aficionado lo festejaba en el casino y las criticas y maldiciones para Guimaraes no se hicieron esperar.

La decaída marea roja intentó buscar el gol que le diera el pase, pero cuanto trataba, llegó una vez más su verdugo a inventar un golpe que nunca existió y echó al segundo panameño; matando todas las aspiraciones de el mejor equipo panameño de todos los tiempos.

Salvador festeja que es muy probable que esté en el hexagonal final (pues se tiene que disputar uno de los 2 boletos contra equipos como Haití y Surinam), Panamá ve frustrada lo que parecía la generación que al fin les daría la gran alegría de jugar un mundial.

De este emocionante partido podemos destacar varias cosas:

- Es válido querer defender un marcador, pero se tiene que hacer con inteligencia.
- Un solo hombre (Marco Antonio Rdz) es capaz de acabar en 10 minutos con la ilusión de un país entero; aún siendo el “mejor arbitro de América”.
- Si alguien pensaba que el Corona, es un estadio de segunda, deben voltear a ver el Estadio Cuscatlán, era necesario que la policía salvaguardara con escudos a los jugadores panameños en cada saque de banda, incluso el portero Penejo fue golpeado por un objeto que venía de la tribuna, ante la nula reacción del central.
- El que perdona pierde ( y si no, que le pregunten a Blas Pérez).
- Por más que les guste el futbol, la afición centroamericana sigue siendo muy inocente, pues todos culpan a Guimaraes (que si bien es uno de los grandes culpables, no es el único) y pocos se acuerdan, 24 hrs después de los osos cometidos por el árbitro central y su centro delantero.

Y la más importante,
- Se necesita un par de meses para conocer un país, unos años para quererlo, pero sólo bastan 90 minutos para vivir su pasión,

Para Noticias MV desde Cd. de Panamá,

José Luis Lozano
Enviado Especial