¡Fabuloso!

Merecido, intenso, anhelado. Así fue el triunfo de los Rayados.

¿Qué se puede decir de un equipo que tuvo una motivación extra en la Liguilla, que llegó con dudas, pero desde el primer gol de Aldo contra el América hizo soñar a la afición?

¿Qué otra cosa se puede comentar de un equipo que se sentía subcampeón el jueves a las 9:30 de la noche y pudo reponerse con el liderazgo de sus jugadores clave?

El Monterrey pudo combatir los fantasmas del pasado, llámese Marco Rodríguez, jugar de visitante, o la altura del DF y pudo levantar el centro para coronar el esfuerzo de esta exitosa generación de jugadores rayados.

Al medio tiempo sucedió algo que hizo al aficionado rayado sentirse más cerca de la Copa. Desde la final del 2003 el equipo no llegaba al final de la primera parte respirando tranquilos, pues en la final del 2004 iban abajo en el marcador y en la del 2005 tenían inferioridad numérica. En cambio en este partido gozaban de una ventaja que no por mínima era despreciable.

No creo que ningún aficionado rayado haya podido sentirse seguro antes del gol de Suazo. El ver a Marco Rodríguez pitar el final con las manos en alto emuló las emociones sentidas el 14 de junio del 2003 y la locura se desató.

En fin, no hay nada que criticar, sólo festejar.